domingo, 17 de mayo de 2009

Liceo Gabriela Mistral

Luego de 36 años del egreso del Liceo Gabriela Mistral, la generación de 1973 del Cuarto A volvió a reunirse. También asistieron ex alumnos de otros cuartos. En total 15 personas, que sumaron 810 años.
La anfitriona fue Ita Mardones y el convocador y organizador, Leonello Santoro.

Si hubiesemos estados todos ciegos la frase más repetida y veraz habría sido “estás igualito”, o más preciso si aceptamos imaginar que estábamos ciegos “tu voz está igualita”.
Verdad, la voz no nos ha cambiado.
Me lo dijo Leonello antes que entrara, cuando Ita dijo “debe ser Félix”. “El mismo que viste y calza”, respondí yo antes que abriera la puerta y Leonello dijo “tiene la misma voz”.
Así fue. Era cosa de cerrar los ojos y escuchar.

Pero como no estábamos ciegos, los cambios eran sustanciales. Aunque algunos estaban notablemente conservados. Si me exigieran dar un premio al que estaba igualito al año 73, Nancy Jorquera y Rigoberto Paniati compartirían el primer lugar. Detrás de ella y con muy pocos puntos de diferencia estaría Antonieta Ramos, Marcelo Robles y Dora Pizarro. El tercer lugar estaría ocupado por Leonello Santoro e Ita Mardones. A todos ellos los habría reconocido si me los hubiera topado de sorpresa en la vía pública. A los otros y otras no los habría reconocido.

Antes del encuentro, yo tenía muchas situaciones y rostros borrados. Incluso no recordaba si éramos del Cuarto A o del Cuarto B.
Pero conversar y verlos allí, me trajo muchas cosas. Creo que no hemos cambiado mucho en cuanto a nuestras personalidades, noté en muchos que los “lineamientos generales” de la forma se ser de cada uno estaban intactos. Las “pinturitas” conservaban su modo de ser “pinturitas”, los tranquilos y callados seguían tranquilos y con pocas palabras, los buenos para revolverla, siguieron revolviéndola.

En este sentido, para mí la más cambiada fue Antonieta Ramos. La único que encontré de ella igual a esa fecha es que sigue amiga de los garabatos, pero en proporción mucho más baja. En la época de estudiantes sentía que ella ponía distancia comnigo y probablemente yo también con ella, pero ahora la encontré una persona muy cálida y acogedora, permamentemente preocupada de los otros, delicada al hablar de otros y con el don de escuchar de verdad. Un abrazo para ti Antonieta.

Hubo en el encuentro una persona que no me entró nunca en la memoria. Todos los otros se acordaban de ella, pero yo tenía bloqueado todo recuerdo: su nombre, su rostro, su ubicación en la sala, su voz. ¿Por qué habrá ocurrido? ¿A alguno de los presentes le ocurrió un fenómeno similar?
No la menciono porque sé que es una situación que despierta antipatía. Que quede claro que esto de no recordar está más allá de la voluntad.

A propósito de recordar, ya descubrí el misterio de Gladys, Pavez y Figueroa. Yo los recuerdo como compañeros míos en el Liceo Gabriela Mistral, pero en casa de Ita que quedó claro que no fueron compañeros del Cuarto A.
Cuando me aprontaba a escribir estas palabras, guardé el carné escolar que coloqué en mi chaqueta y ahí estaban los otros carnés y había uno que decía que yo fui alumno del Segundo G. Todo me quedó claro. Gladys, Pavez y Figueroa fueron del Segundo G.
De paso, esto sirve para aclararle a Leonello que está correcto afirmar que yo llegué al Liceo en Segundo Medio y está correcto cuando él afirma que yo compartí con él y los otros, el tercero y cuarto medios.

Cómo eché de menos a Enrique y Teresa Morales, a Verónica Orellana, el flaco Chamorro, Valentina Ibáñez, Linda Vega, Hidalgo y Ariela Moreno.

Yo estuve nueve horas en la casa de Ita y me pareció que fue un rato. Hace mucho tiempo que no vivía este fenómeno.

Antes del encuentro había imaginado que este sería un festival de yo-yo, en el sentido que todos estaríamos poniendo nuestro ego lo más adornado posible y lo más alto posible: yo he viajado por Europa, yo tengo tres casas, yo tengo los hijos, más bakanes, yo, yo, yo. Pero afortunadamente no fue así. Todo fue dicho en su justa medida.

Si la Tierra fuera devastada mañana por una nueva epidemia y la cura fuera que las personas revivieran emociones del pasado, ¿quién sería el presidente del planeta? ¡Leonello Santoro!, por supuesto.
Un aplauso para Leonello que goza con esta tarea de convocar, investigar, encontrar y citar. Gracias, viejo zorro.