El
26 de noviembre de 2011, poco antes del mediodía, el pueblo de Papudo, en la
Región de Valparaíso, Chile, estuvo muy activo. Gran parte de su población permanente
y aquellos que tienen casas y departamentos para vacaciones, nos congregamos en
la calle que bordea el mar.
El
pequeño mar humano que se formó estaba increíblemente relajado. No había ningún
iracundo, estresado o indignado que estuviera desentonando con la tranquilidad
que había allí.
El
ambiente natural también era magnífico. El sol nos prodigaba un suave calor,
pequeñas y breves ráfagas de viento nos recordaban que respirábamos aire limpio.
El mar contribuyó a la tranquilidad con su bello e intenso azul.
Este
encuentro de la comunidad de Papudo fue posible porque hace 148 años, en la
localidad llamada Talambo, en el norte de Perú, Marcial Miller, uno de los 95
campesinos españoles que habían sido traído para trabajar en faenas agrícolas encaró
al hacendado peruano Manuel Salcedo. Los campesinos españoles querían cultivar
hortalizas y el hacendado peruano quería plantaciones de algodón. Según relata
la Wikipedia, el hacendado quiso azotar a su encarador con la fusta, ya que en
ese momento estaba montado a caballo, y el colono lo amenazó con lanzarle una
piedra.
No
fue un enfado sin consecuencias o efectos locales mínimos, fue ni más ni menos
que el principio de la llamada Primera Guerra del Pacífico, o Guerra Hispano-Sudamericana,
que enfrentó a cinco países y que significó la muerte de 7.090 personas y otros
tantos heridos. Y que además hizo posible que los habitantes de Papudo se
congregaran en la costanera.
El
desencuentro entre Marcial Miller y Manuel Salcedo no llegó a la agresión
física, pero la energía negativa lanzada allí siguió creciendo. Por un lado, el
hacendado ordenó a su mayordomo que fuera a aprehender al español; y por el
otro, los españoles se habían reunido
para deliberar sobre qué acciones tomar luego del incidente.
Cuando
el mayordomo y los peones llegaron al lugar de reunión de los españoles la
energía negativa estaba muy crecida. Sin duda fue alimentada por pensamientos
tales como “aquí mandamos nosotros”, “qué se creen estos muertos de hambre”,
“esta tierra es nuestra”, “los españoles ya no nos mandan más”, “a nosotros no
nos pasan por encima”, “los españoles debemos hacernos respetar en este nuevo
mundo que fue nuestro”, etcétera.
No
es necesario recurrir a las fuentes de la Historia para saber lo que se dijo allí
–expresado con otras palabras, con los correspondientes modismos y las
circunstancias de la época- porque es lo mismo que la mente humana que ha hecho
a través de la historia.
Hubo
intercambios de disparos y dos personas resultaron muertas (uno por cada bando)
y varios heridos. Esta situación hizo aumentar la energía negativa y siguió con
numerosos episodios que llegaron hasta la intervención del Rey español y el
Presidente peruano y sus intermediarios. Pero la cuestión fue para peor porque
España que por una sospechosa casualidad tenía a cuatro buques de guerra en las
costas del Pacífico, terminó ocupando las islas Chincha y enviando más buques
de guerra a la zona. Perú decidió comprar cuatro buques de guerra. En tanto, la
clase dirigente de Perú estaba en desacuerdo como estaba manejando la situación
el Presidente y decidieron darle un golpe de Estado. En la confrontación
murieron como 5.000 peruanos a manos de otros peruanos. Hubo muchos episodios
más entre los españoles y los sudamericanos que no mencionaré aquí pero la
lógica y energía era la misma que iniciaron el hacendado Salcedo y el campesino
Miller: Yo tengo la razón y por lo tanto se hace lo que yo quiero. ¿Y tú? Eres
un escollo al que puedo hacer un lado, eliminándote físicamente si quiero.
La
cuestión siguió creciendo hasta que Chile, Perú, Bolivia y Ecuador terminaron
declarándole la guerra a España. Los principales episodios bélicos fueron el
combate de Papudo en el cual murieron 26 marinos españoles (según el informe
español y 2 según el informe chileno), en el cual la Esmeralda capturó a la
goleta Virgen de Covadonga; el combate de Abtao (donde murieron dos o doce en
combate, según el informe que se lea, y siete del buque a vapor Lautaro debido
a la explosión de su caldera); el bombardeo al indefenso Valparaíso (donde
murieron dos personas); y el combate de Callao, en el cual perdieron la vida 43
españoles y 200 o 2.000 (según sea la fuente consultada) peruanos.
Sin
duda que lo que estábamos viviendo en la costanera de Papudo el mencionado 26
de noviembre de 2011 -convocados por la municipalidad para recordar la
mencionada batalla- fue lo que en la Teoría del Caos se llama el efecto mariposa, que, como dice la
Wikipedia, es una pequeña perturbación inicial que mediante un proceso de
amplificación podría generar un efecto considerablemente grande a corto o mediano
plazo de tiempo. El nombre, efecto mariposa, fue tomado del proverbio chino el aleteo de las alas de una mariposa se
puede sentir al otro lado del mundo.
Claro
que lo que hubo en Papudo a contar del mediodía del 26 de noviembre de 2011 no
tenía ese aliento de odio y rabia que hubo entre el hacendado peruano y el peón
español; o del miedo, dolor u horror que debieron sentir los jóvenes utilizados
en la guerra. Estoy seguro que ninguno de los congregados allí tenía la más
mínima tirria ni nada que se los parezca contra los españoles y ningún otro
pueblo. Yo –y posiblemente muchos otros- hasta ignoraba quién peleó contra
quien en la batalla de Papudo.
Lo
que hubo en Papudo ese mediodía del tibio sol, de aire puro y mar azul y
tranquilo fue un genuino acto de convivencia, en el que el motivo que convocaba
estaba muy atrás, olvidado, y prevalecía el gusto de ver a los vecinos, amigos,
compañeros de trabajo o de estudio convertidos en muchedumbre en la costanera;
el sentirse parte de una comunidad.
En
el acto con discursos y desfile organizado por la Municipalidad de Papudo,
participó un alto porcentaje de sus habitantes. Para empezar los alumnos de
todos los establecimientos educacionales, los bomberos, los pescadores, los
golfistas, los funcionarios municipales, representantes de pueblos originarios,
juntas de vecinos y delegaciones de Carabineros y de la Armada.
Podría
decirse que el efecto mariposa que nació de la ira del hacendado peruano y el
peón español mutó a energías positivas, al menos en esta parte del mundo.
Al
comienzo del texto dije que no había iracundos, estresados e indignados, pero
ahora recuerdo que hubo una indignada, una muchacha escolar que se subió a la tarima
de las autoridades con un letrero sobre el movimiento estudiantil que reclama
educación de calidad. Solo fue una, que recibió algunos aplausos y que
rápidamente fue detenida por carabineros. Ese es gesto fue otra consecuencia de
otro efecto mariposa que posiblemente se inició en un aula en la que coincidieron
un profesor mediocre y varios alumnos con reales ganar de educarse.
Volviendo
al tema principal, los habitantes de Papudo bien podrían dejar de congregarse
para recordar el combate naval ocurrido hace 146 años, dejarlo que desaparezca
en el olvido y buscar otro motivo, uno en el que desde el comienzo haya
energías positivas.
Por
la entrada norte de Papudo, hay un gigantesco letrero que dice Papudo, un Paraíso natural. Aparentemente
el autor de este aviso caminero es la municipalidad. No sé que tenían en mente
cuando lo pusieron, pero se me ocurre que fue para atraer visitantes e
inversionistas inmobiliarios. Tal vez
podrían ampliar la idea y convertirse en un Paraíso para los humanos y para la
flora y la fauna, especialmente para aquella que ha sido declarada en estado
vulnerable y en peligro de extinción.
Imaginemos
que a la alcaldesa de la ocurre un sistema para que nunca más se cace un animal
de estos y nunca más se arranque sin compensar la flora nativa.
De
seguro que pronto veríamos en un número abundante a la ranita de Darwin, al
matuasto, al gruñidor del sur, la rana chilena, al canquén, al cisne coscoroba,
al loro tricahue, al gaviotín chicho, al gato de geoffroy, al gato colo colo, a
la guiña, al chungungo, al gato montés andino y otros.
¿No
sería este un momento para recordar con un desfile de todo Papudo?
¿Cómo
lo van a saber los animales que se ha creado un Paraíso para ellos?
Lo
sabrán, ellos saben percibir dónde la vida se respeta, toda la vida. No
necesitan diario, radio, televisión ni internet para saberlo.
Una
vez logrado el Paraíso, habría que invitar al poeta Manuel Silva Acevedo que habla
por los animales extintos y en peligro de extinción. A través de este poeta el
mundo podría enterarse que la maravilla que se creó en Papudo. Sus versos
hablarían de respeto a la vida, a toda vida y lo haría con alegría, y no con la
desesperanza con que lo hizo en su libro Día
Quinto.
A
continuación algunas fotografías que tomé el día mencionado. Todas muestran a
personas que usan sombreros y gorros.
Aún no sé la causa, pero últimamente me ha dado por fijarme en los
sombreros y gorros.